Valencia. El Castillo de Xativa, el monasterio de Simat de Valldigna, la Albufera y una cazuela de All i Pebre.

Castillo de Xátiva

Tarde iniciamos nuestra jornada turística aquel primer día de marzo. El cansancio acumulado del día anterior hizo que empezáramos a descubrir, parte de esa tierra valenciana, pasadas las diez y media de la mañana. Con nuestros amigos de Alzira, Pablo y Rosa, tomamos la carretera que nos llevara a visitar el castillo de Xátiva. En el trayecto, las grandes parcelaciones de esos árboles que producen las naranjas más apreciadas de la península. Muchas fueron las que salieron de estas tierras primero dirección a

Valencia.- Alzira, nuestro encuentro con unos amigos.

Vicent Blasco Ibañez y una Menina

Excelente excusa la de aquella reunión con unos buenos amigos a finales de febrero de 2013, para dar una vuelta por parte de la provincia de Valencia. En el trayecto desde Sevilla nos acompañaron la lluvia, la nieve y el granizo, antes de que la Menina y el tío Vicent nos recibieran a la entrada de su pueblo, Alzira. A pesar de eso, la cálida y familiar bienvenida de nuestros amigos Pablo y Rosa, hicieron olvidar tan ruin camino, abriéndonos sus brazos y sirviéndonos de cicerones de toda la zona. Lugares de la que quedamos encantados por la belleza de lo visitado, la llaneza de sus gentes y el buen sabor de sus fiestas.

Lleida.- Lagos en el Val d'Aran.

Parc Nacional d'Aigüestortes e Estanh de Sant Maurici, España

Del Val d’Aran, no sólo me sorprendieron sus pueblos, con esas casas hechas de piedra, madera y pizarra, y esa amplitud en sus calles; sus iglesias, con ese románico tan especial y esos frescos decorando sus bóvedas; sus ríos, bajando con esa fuerza y creando esos torrentes y esas cascadas de las que ya he hablado; sus montañas, que te envuelven y se hacen sentir minúsculo al lado de su grandeza, naturaleza e inmensidad; sus gentes, que dieron lugar a todo lo allí creado, a sus costumbres y tradiciones, sus comidas, sus brazos abiertos con el que no es de allí, su llaneza en el trato; y tantas otras cosas que enamoran de este valle aranés. Tengo que decir que también fueron sus lagos, los que despertaron en mi una gran admiración por su grandeza, su cantidad y por los lugares donde estaban ubicados. Todo un verdadero placer para los sentidos en el denominado Parc Nacional d'Aigüestortes e Estanh de Sant Maurici.

Lleida.- Naturaleza en el Val d'Aran.

Mi balcón al Val d'Aran

Un mar de montañas cobija ese valle pirenaico ilerdense, escondiendo lo que la naturaleza creó hace bastante tiempo. Ya no cuesta tanto trabajo atravesar esa pared natural que lo protege, ya sea por el puerto de la Bonaigua, subiendo por su serpenteante carretera; llegando a Vielha, su capital, a través de su kilométrico tunel; o por los accesos desde Francia por esas carreteras que vienen de Luchón o de St. Beat. Muralla de un valle que tiene como columna vertebral al río Garona que nace de sus entrañas y que, cuando se hace un poco mayor, decide probar fortuna por tierras galas siendo el rey del Pirineo francés a su paso por Toulouse. Paraíso natural donde cada rincón es un descubrimiento y para mi se trató de una aventura tratar de no dejar ninguno de ellos sin que mis piernas lo caminaran, mis pulmones se oxigenaran y mis ojos se maravillaran. Muy difícil misión la de describir con palabras todo aquello que descubrí de aquel Val d’Aran en mi verano de 2008.

Lleida. Costumbres y obras del hombre en el Val d'Aran.

Val d'Aran

Es el río Garona responsable de que Lleida cuente con este paraíso natural que es el Val d'Aran. Sus lagos, sus caminos, sus pueblos, sus montañas, su gastronomía, su románico y sus gentes, conforman un entorno cultural y natural único, que tuvimos la suerte de disfrutar aquel mes de septiembre de 2008 y del que quedamos maravillados.