En nuestro caminar descubriendo Sevilla a través de sus puertas y su
muralla, nos quedamos llegando a la Puerta de Carmona. Se trataba de la mayor
de todas las que se construyeron. En ella acababan la mayoría de los caminos
más importantes que llevaban a la ciudad, siendo salida directa hacia la Cruz
del Campo y al pueblo de Carmona. Otra particularidad es que hasta uno de sus
costados llegaban los caños de Carmona, acueducto romano que traía el agua
desde el manantial de Santa Lucía en el cercano municipio de Alcalá de
Guadaira.
Allí me encontraba aquella mañana,
sentado en un poyete de la plazuela que une Alfonso XII con Goles. En mi
pensamiento, dar la vuelta al casco antiguo más grande de España y el tercero de Europa, buscando los vestigios
existentes en la actualidad de su antigua muralla. Aquella que fue
construida por romanos, musulmanes y cristianos para salvaguardar a las gentes
y a sus intereses y que fue llamada Hispalis, Isbiliya y Sevilla por cada uno
de ellos. Como ayuda, la ubicación que tenía de las trece puertas con que contaba
la ciudad, algún plano encontrado por ahí de lo que podría ser la muralla, el
móvil a modo de cámara de fotos y la inestimable compañía de mis acompañantes
María Luisa Peña y Manuel Segura, que no dudaron en acudir a esta cita cuando
les conté mi idea. Gracias queridos amigos.